martes, 29 de septiembre de 2020

Día 31 – Fanáticos del café


                                      Photo by Emre Gencer on Unsplash


El café conecta a las personas y la cafetería es el ágora moderna. Su influencia en nuestras vidas se hace patente al revisar los casos de algunos personajes de la historia  

Mi hermano mayor sostiene que si no se toma un café bien temprano en la mañana sufrirá de dolor de cabeza todo el día, puede no desayunar, lo que no puede hacer, es prescindir de su café mañanero.

No es el único. Muchas personas alrededor del mundo y a lo largo de la historia, han caído rendidas ante los atributos del café, su aroma, su sabor, el placer y la energía que proporciona, explican tal fascinación.

El café es un ritual, es un apoyo, es un placer, es la excusa perfecta para compartir con amigos una buena conversación, iniciar una relación amorosa o recordar con un sticker que, pese al distanciamiento físico, siempre es posible la cercanía entre quienes se aprecian.

Yo no tomo café, nunca lo he hecho, sin embargo, disfruto mucho de su aroma cuando lo están preparando o cuando una cafetería que estás cerca de mi casa tuesta su café. Así que decidí preguntar algunas cosas a Google sobre el café. En los siguientes párrafos, comparto el resumen de mis hallazgos.

Los tomadores compulsivos y los obsesivos de café

Es insólito el número de tazas al día que puede llegar a tomar una persona. Se dice que Honoré de Balzac podía escribir durante lapsos muy prolongados, de hasta 15 horas. Incluso se cuenta que, en una ocasión, llegó a escribir durante 48 horas seguidas. Al parecer Balzac no solo disfrutaba de la escritura, también lo hacía del café, su secreto para o permanecer despierto y atento durante periodos tan prolongados. Su consumo diario de café podía llegar hasta 50 tazas.

Al igual que Balzac, Voltaire tomaba café con compulsión. De acuerdo con su biógrafo su consumo diario estaba entre 40 y 50 tazas. Su médico le decía que el café era un veneno lento, a lo que Voltaire respondía que era tan lento que en cuarenta años no lo había matado.

Teddy Roosevelt, presidente de Estados Unidos tomaba un galón de café a diario, con mucho azúcar, lo mismo que Soren Kierkegaard, el filósofo danés, de quién se dice ponía 50 cubos de azúcar a su café. Quizá sería más apropiado decir que ponía café al azúcar que consumía.

Beethoven, por su parte, exigía que su taza de café fuese preparada con 60 granos exactamente, ¿te has preguntado alguna vez cuántos granos hay en la taza de café que tomas en las mañanas?

Café y cafeterías

El café conecta a las personas y la cafetería es el ágora moderna. En las cafeterías, las personas se sientan a disfrutar de una buena lectura, pasar un buen rato con amigos o hacer negocios. Incluso se han convertido en la oficina de muchas personas. Las cafeterías han recibido a personajes históricos y, algunas de ellas, han permanecido activas por más de 200 años.

Aunque Benjamín Franklin fue conocido por su gusto por el vino, fue asiduo visitante de cafeterías durante el tiempo que pasó en Londres, entre 1757 y 1775. Incluso instruyó a su hermana para que le hiciera llegar su correspondencia a su cafetería favorita, St. Paul’s Coffee House, allí Franklin sostenía sus reuniones políticas, conversaba con amigos y conocidos e, incluso, jugaba ajedrez.  

Cuando iba a París, su cafetería favorita era Le Procope, la misma de Voltaire, Rousseau y Thomas Jefferson, de forma que si las paredes de Le Procope hablaran… porque continúa activa, lo mismo que el Caffe Florian de Venecia, lugar frecuentado por Lord Byron, Marcel Proust y Charles Dickens; o el Caffe Greco, de Roma, visitado asiduamente por Goethe, Wagner, Lizst, Mendelssohn y el ya nombrado Lord Byron. No podemos dejar de mencionar al Café Central, de Viena, entre cuyos visitantes habituales se cuenta a Freud, Lenin y Trotsky.

Los mayores de 40 años probablemente recuerdan El Gran Café, ubicado en el Boulevard de Sabana Grande, en Caracas, lugar en el que solían reunirse los intelectuales y artistas de la ciudad durante los años 70, 80 y 90.

Músicos que cantaron sus virtudes

Venido de Arabia, el café se consideró una bebida maligna, “no cristiana”. Aunque el Papa Clemente VIII lanzó un edicto que “convertía” en aceptable la costumbre de tomar café, todavía en el siglo XVIII había un cierto rechazo hacia su consumo.

A Johann Sebastian Bach le gustaba tanto el café, que le dedicó una composición suya, la “Cantata del café”, en 1732. Los protagonistas de la cantata fueron un padre y su hija adicta al café. El padre exige que la hija abandone su hábito del café para poder casarse. Aparentemente acepta hacerlo, pero luego decide que, en cambio, buscará otro adicto al café que acepte casarse con ella. La cantata termina felizmente con el padre, la hija y el narrador reuniéndose para cantar una canción que expone los beneficios del café.

Gioachino Rossini no dedicó al café ninguna de sus creaciones, sin embargo, se benefició de sus efectos mientras escribía algunas de sus obras. Notó que los efectos del café desaparecían luego de un uso constante, lo que lo llevó a decir: “el café es cuestión de quince o veinte días: afortunadamente el momento de hacer una ópera”.

El descubrimiento de la cafeína está ligado a la literatura

Johann Wolfgang von Goethe, escritor, filósofo y científico alemán también fue un gran bebedor de café. Se dice que Goethe facilitó unos granos al químico alemán Friedlieb Ferdinand Runge para que analizara su composición química. Luego de varias pruebas, Runge logró aislar la cafeína.

Los grandes consumidores de café actuales

El consumo mundial de café se ha duplicado durante los últimos 20 años pasando de 92 millones de sacos en 1990 a 162 millones de sacos estimados para 2019.

Los grandes consumidores per cápita de café son los europeos. Encabeza la lista Finlandia, con 11.5 kg por persona al año. En su legislación se reconoce a los trabajadores el derecho a una pausa para tomar café.

Continúa Noruega, con 9.9 kg de café al año, luego Islandia, con 9 kg per cápita al año. Luego están Dinamarca, Holanda y Suecia. De los primeros diez consumidores sólo uno está fuera de Europa. Se trata de Canadá, con 6.2 kg per cápita al año.

Nosotros, en Venezuela, consumimos unos 2.5 kg de café per cápita al año.

El café ha estado en nuestras mesas y en nuestras vidas por siglos, de forma que puede contar nuestra historia.


2 comentarios:

  1. Muy bueno. Poniendome al dia en tu blog. Estuve ausente por operacion vs accidente en bicicleta. Yo tampoco soy tomadora de cafe. Reconozco que grandes cosas suceden alrededor de un cafe, descubrimientos, decisiones, intercambios, paz solitaria. Mis padres solo lo tomaban recien colado. Yo? lo cuelo y lo guardo en la nevera para el proximo! Jejeje flexible y adaptada a los cambios.

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  2. Caramba, ¿qué sucedió?, espero que ya estés bien. Gracias por tu fidelidad.

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