domingo, 25 de octubre de 2015

Sea optimista, ¡actívese!

“Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa” 
Winston Churchill

Con frecuencia se escucha decir que el pesimista es un optimista bien informado, sin embargo, el optimismo nada tiene que ver con la cantidad de información con que se cuenta, sino con la actitud que se tiene frente a la información que se maneja, aunque ésta sea desfavorable. 

El optimismo no es lo mismo que la ingenuidad o la negación. El optimista conoce la situación en la que está y, aunque no le guste, la acepta, que no es lo mismo que dejarse arrastrar por ella, o esperar a que mágicamente cambie.

El diccionario de la real academia de la lengua española define el optimismo como la “propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable”. Sin embargo, el optimista, más que tener una propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable, asume el compromiso de actuar frente a lo que sucede con la firme convicción de que algo puede hacerse, a pesar de las dificultades o las limitaciones que éstas imponen.

Ser optimista es creer que algo puede hacerse – a pesar de lo complicadas o desfavorables que sean las circunstancias – y es estar dispuesto a obrar en consecuencia. Así, en el optimista confluyen la confianza y la acción. 


La confianza es reflejo del coraje que acompaña al optimismo, coraje que permite vencer el desánimo y aceptar que no siempre las cosas pueden ser como las queremos. Esa confianza motiva a la acción, porque la condición necesaria para que intentemos algo es creer que la meta propuesta es alcanzable. Quién, en su sano juicio, invertiría su energía – recurso escaso y valioso – en acciones que piensa que no conducen a nada. 



Frente a lo que sucede podemos quejarnos y paralizarnos, o podemos quejarnos durante un rato – hacer catarsis puede ser de gran ayuda – para luego activarnos. Claramente el primero de los cursos de acción no conduce al resultado que queremos, mientras que el segundo incrementa las posibilidades de obtener un resultado, quizá no exactamente como el deseado, pero cercano a éste.

Ser optimistas nos impulsa a la acción, y si bien accionar no garantiza el logro, sí lo posibilita, probablemente por eso sostiene Churchill “…no parece muy útil ser otra cosa”. Martin Seligman, el padre de la psicólogía positiva, nos recuerda que 
“la vida causa los mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a optimistas como a pesimistas, pero los primeros saben afrontarlos mejor”, justamente porque su forma de ser los prepara para la acción, principio de todo cambio. 

De manera que, si no le gusta el estado actual de las cosas, dese permiso para quejarse, pero no se quede varado en la queja, actívese

lunes, 10 de agosto de 2015

Cuando te atreves a hacer las cosas de un modo diferente: vacaciones ilimitadas

Hay organizaciones que se atreven a hacer las cosas de un modo diferente. Estas organizaciones incorporan prácticas novedosas, algunas de ellas audaces, al hacerlo corren riesgos, ensayan; cuando tienen reveses, ajustan; hasta lograr lo que deseaban. 

En una serie de entregas revisaré algunas de estas prácticas, lo que la experiencia muestra sobre ellas, y aquello que resultó clave para su implementación exitosa.

1.      Vacaciones ilimitadas

La primera vez que leí sobre autogestión de vacaciones, ilimitadas además, fue en diciembre de 2011. Red Frog Events, una compañía ubicada en Chicago, EEUU,  afirmaba que la política de vacaciones ilimitadas era congruente con su “cultura organizacional” y les permitía, entre otros, mejorar el reclutamiento de personal, disminuir los costos de seguimiento de las vacaciones, mejorar el trabajo en equipo, así como promover el compromiso de los empleados en retribución a la muestra de aprecio y confianza que supone la política.

Reed Hastings, Chief Executive Officer de Netflix, otra de las compañías que ofrece este beneficio, sostiene que:
“Nos centramos en lo que las personas hacen, no en el número de días que trabajan. Antes de 2004 teníamos el modelo estándar de vacaciones, hasta que nos dimos cuenta de que nadie estaba rastreando el número de horas que las personas trabajaban en un día... Me aseguro de tomar muchas vacaciones para dar un buen ejemplo, y parte de mi pensamiento creativo lo hago mientras estoy de vacaciones”
Sin embargo, otras organizaciones, como Best Buy o Tribune Publishing, abandonaron sus políticas de horario flexible y vacaciones ilimitadas. En el caso de Tribune Publishing, sólo transcurrió una semana entre el anuncio de que adoptaría la política y el anuncio de que dejaría de hacerlo.

La lógica detrás de las vacaciones ilimitadas es la siguiente: puede que te vayas de vacaciones pero el trabajo tiene que ser hecho y hacerlo sigue siendo tu responsabilidad, siempre que cumplas con esa responsabilidad, eres libre de elegir cuántos días libres tomas y cuándo los tomas.



Para muchos, permitir vacaciones ilimitadas suena a caos, abandono de responsabilidades y disminución drástica de la productividad. Si con la política de un número máximo de días de vacaciones al año el ausentismo cuesta tanto a las organizaciones alrededor del mundo, imaginemos lo que podría pasar si esas mismas personas tienen la posibilidad de tener vacaciones pagas ilimitadas.

Son muchas las experiencias que apuntan a lo contrario, las personas no exceden en mucho el número de días que toman al año para vacaciones con el cambio de esquema, y sí se comprometen más con su organización.

Muchas de estas organizaciones son poco conocidas y se desempeñan en el ámbito de las tecnologías de la información: Factual, Sailthru, Pocket, Prezi, pero hay otras más grandes, como Virgin Group, Zynga, Netflix, Evernote, Groupon, Motley Fool, Glassdoor, HubSpot o Windsor Regional Hospital que también lo hacen.

Richard Branson, el CEO de Virgin Group al hablar sobre la opción de tener vacaciones ilimitadas comentó a CNN: “Trata a las personas como seres humanos, dales esa flexibilidad, y no creo que vayan a abusar de ella. Van a hacer el trabajo”.

Las palabras de Branson, cuando dice que no cree que las personas abusen del beneficio de vacaciones ilimitadas, reflejan su gran confianza en aquellos que trabajan con él, justamente la primeras de las claves de una implementación exitosa de esta política.

Además de la confianza, hay otro factor de éxito: la organización.

  • Organización: es preciso que cada quién conozca lo que se espera de él, lo que debe hacer y para cuándo debe estar listo, quiénes esperan por el insumo que ha de producir y cuáles son los efectos de faltar a su compromiso. Se dice fácil y puede parecer obvio, pero no lo es. La mayoría de las organizaciones no tiene estos puntos suficientemente claros, y mitigan la angustia que produce el incumplimiento de las tareas con la exigencia en el cumplimiento de horarios, lo que no garantiza que el trabajo se haga. 

  • Confianza: la organización debe confiar en que los empleados tendrán la madurez de autogestionar su tiempo libre y la responsabilidad de atender a sus obligaciones de forma oportuna y bajo los estándares de calidad necesarios. A su vez, los empleados tienen que valorar la confianza que la organización ha depositado en ellos.
Si se anima a implementar una política cómo esta tome en cuenta las siguientes recomendaciones:

  1. Evalúe el tipo de cultura que su organización tiene y cuál es el nivel de confianza presente.
  2. Comience con una prueba piloto, en un departamento, o con algunas personas dentro de la organización.
  3. Asegúrese de comunicar con claridad lo que piensa hacer, por qué piensa hacerlo, qué supone de parte de todos y qué sucedería si el experimento no funciona.
  4. Tome en cuenta los posibles efectos indeseados de la política en el desempeño de los empleados, para asegurar que no los perjudique. Piense, por ejemplo, en qué sucederá con las cuotas fijadas al personal de ventas y tome medidas para que no se desaliente la política.
El primer paso es la verdadera clave, que su organización esté lista para una política como las vacaciones ilimitadas tiene que ver, realmente, con la cultura de la organización y las razones por las cuales las personas hacen el trabajo. 

domingo, 26 de julio de 2015

El miedo en tres frases

Nada es peor que vivir con miedo. No me refiero al miedo como emoción sana que protege nuestra integridad o que nos impulsa a prepararnos, sino al miedo que se ha vuelto crónico, ese que te acompaña todo el tiempo y que terminas por creer que no te puedes sacar de encima… hasta que un día llegas a la conclusión de que te lo tienes que sacar de encima, a como dé lugar, ¿será ese sentimiento a lo que refiere el dicho “estar sentado sobre un polvorín”?

Comparto con ustedes tres frases con la esperanza de aclarar lo que deseo describir:

Frase 1: “Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.” – Aldous Huxley

Las personas pueden acostumbrarse a vivir con miedo, sobre todo cuando perciben que eso los mantiene con vida. El miedo hace que nos callemos, que miremos al otro lado, que nos desconectemos de los demás. Cuando nos callamos, cuando volteamos la mirada como ejercicio cotidiano, perdemos la capacidad de exigir y marcar límites a los otros. Cuando nos desconectamos de los demás, renunciamos a la posibilidad de cooperar y de cohesionarnos, lo que nos hace ineficaces y vulnerables, es decir, inhumanos. En ambos casos renunciamos a la posibilidad de mejorar nuestro entorno, sea éste una organización o la sociedad en la que vivimos.

Por eso los regímenes autocráticos – en organizaciones o sociedades – terminan cavando su propia tumba, porque bloquean la posibilidad de mejorar el entorno, lo que tarde o temprano conduce a la degradación de ese entorno, luego, el colapso es sólo cuestión de tiempo.

Frase 2: “Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros – Hermann Hesse.

El miedo crónico es una interrelación entre personas o grupos, lo mismo que el poder. Utiliza el miedo como herramienta de influencia quien no tiene otro modo de ganarse la autoridad, quien confunde ascendencia con dominación y desea que la persona o el grupo que intenta subyugar se desestructure o desintegre para hacerlo débil, impotente. Sin embargo, a diferencia del respeto, el miedo crónico produce fatiga en la interrelación que intenta construir, y acaba por quebrarla.

Cuando el miedo se quiebra, desaparece la dominación de quien infunde el temor y la relación se invierte, ahora el otrora dominador pasa a ser el impotente. Lamentablemente, este resultado no necesariamente conduce a un resultado positivo para la persona o grupo que había sido subyugado hasta entonces. El peligro para el subyugado es que termine por convertirse en un reflejo del autócrata e inicie un círculo vicioso en el que los papeles se invierten cada tanto.

El autócrata, de algún modo, se percata de esta situación y, aunque piense que mediante el miedo puede ejercer dominio sobre otros, termina preso del temor que considera fuente legítima de poder. En las palabras de la tercera y última frase,

Frase 3: “Teme a quien te teme, aunque él sea una mosca y tú un elefante – Muslih-Ud-Din Saadi.

    

jueves, 5 de febrero de 2015

Estos millenials me revientan o cómo superar las barreras generacionales

Buena parte de lo que se dice de los llamado "millenials" o "nativos digitales" - nombres con los que se distingue a las personas nacidas en los años '80 - es cierto. Se dice, entre otras cosa, que son irreverentes, escrutadores, que quieren divertirse en todo lo que hacen, incluyendo el trabajo, que están comprometido con ellos mismos y no con la organización en la que trabajan y que son unos "igualados".

Lo cierto es que la generación Y, como también se les conoce, se ha incorporado al mercado de consumo y al mercado de trabajo, y, a decir de Don Tapscott, esta nueva generación, con la Web en sus manos, "tiene el poder de sacudir a la sociedad y derrumbar autoridades en muchos ámbitos", quizá, por esta razón, en muchos casos es percibida como una amenaza por sus jefes, "baby boomers o generación X", quienes se dan cuenta de que han llegado pisando fuerte y dispuestos a dejar huella.

Las barreras generacionales no son nuevas. Cada generación se escandaliza con la siguiente - a pesar de haberla criado - por sus modos de vestir o de hablar, por su manera de comprender la autoridad o sus aspiraciones personales. Los educamos, convivimos con ellos, y, sin embargo, nos sentimos amenazados por el resultado obtenido.

Los millenials son marcadamente diferentes a las generaciones que los preceden, y es eso, justamente, lo que debería llenarnos de esperanza en lugar de hacernos sentir amenazados. El conflicto con los millenials se debe, en buena medida, a que tratamos de entenderlos a partir de los deseos y aspiraciones de otras generaciones, en lugar de tratar de conocer las suyas. Así, el sentido del trabajo, las metas de carrera, el balance entre vida personal y trabajo, el feedback, la autoridad, o el compromiso con la organización, son algunas de las fuentes de conflicto intergeneracional presentes en nuestras organizaciones.

Si tenemos perspectivas diversas sobre ciertos temas, necesariamente entraremos en conflicto, la clave es descubrir maneras de ganar con ese conflicto. Estos jóvenes pueden hacer grandes contribuciones a las empresas en términos de innovación y de entender al mercado, sin embargo, las empresas tienen el desafío de entenderlos a ellos, y de estimular a los mejores si quieren retenerlos. Para hacerlo han de responder a la pregunta ¿qué tipo de organización multigeneracional quieren ser?, una en que las generaciones forman bandos contrarios, o una en la que estas generaciones aprenden a trabajar integrando y complementando sus características.

Por ejemplo, baby boomers, generación X y millenials se complementan y potencian cuando los primeros proporcionan estructura a los últimos en la forma de metas claramente definidas, o cuando les ofrecen liderazgo y orientación - invirtiendo tiempo en su éxito -, pues los millenials desean aprender y recibir información a diario. En retribución, los millenials ofrecen a las organizaciones su dominio tecnológico, una actitud favorable al cambio muy valiosa en estos tiempos y una gran capacidad para manejar varios asuntos con mucha naturalidad, entre otros.

Si baby boomers y generación X ofrecen apoyo a los millenials, en lugar de tratar de contenerlos o aplastarlos, recibirán su disposición a vencer cualquier obstáculo y su compromiso con el logro de cualquier meta, por exigente que ésta sea. Sin embargo, no espere que trabajen sesenta horas o más  a la semana, porque valoran mucho el balance entre el trabajo y su vida personal, y no están dispuestos a sacrificar ésta última.

Por último, no censure o cuestione su actitud juguetona frente al trabajo, los millenials quieren disfrutar de su trabajo y hacer amigos en su lugar de trabajo; preocúpese si no se ríen o salen con sus colegas. Las organizaciones que valoren y promuevan el carácter gregario de los millenials cosecharán los frutos de su inclinación al trabajo en equipo, que contrasta con la actitud de llanero solitario de las generaciones que les preceden y favorece el aprendizaje organizacional, elemento clave en la supervivencia y prosperidad de las empresas en un entorno desafiante como el actual.