martes, 16 de julio de 2019

Entornos complicados pero no insalvables


En el plano mundial, durante las últimas dos décadas, la esperanza de vida de las organizaciones ha disminuido de 20 años a 12,5 años. Este descenso se atribuye, en buena medida, a la falta de agilidad de las organizaciones para anticiparse o reaccionar a los cambios cada vez más frecuentes y acelerados de un entorno turbulento, caracterizado por cuatro factores: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, cuyas iniciales forman el acrónimo VICA (o VUCA por sus siglas en inglés).
¿Qué es un entorno VICA?
A finales del siglo XX, el Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, se planteó la necesidad de analizar cuáles serían los retos que el siglo XXI traería consigo, de forma de preparar a sus estudiantes para enfrentarlos. Producto de este análisis, se identificó el surgimiento de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.
La volatilidad alude a la aparición inesperada e inestable de retos: se ignora cuándo se presentará un nuevo desafío o por cuánto tiempo se mantendrá. La incertidumbre es la posibilidad de ocurrencia de cualquier evento: es difícil predecir, lo que implica pérdida de control y aumento de la vulnerabilidad. La complejidad se refiere al gran número de variables que han de ser tomadas en cuenta para planificar o tomar decisiones, además de las múltiples interrelaciones entre ellas. Por último, la ambigüedad aparece porque las relaciones entre esas variables no son claras y no existen precedentes que faciliten su comprensión.  


Los retos que un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo imponen a las organizaciones difieren de un país a otro; incluso, de un sector de la economía a otro. En el plano mundial, las empresas enfrentan cambios acelerados de tecnología y oferta de productos, competencia global, regulaciones y desregulaciones, cambios demográficos, problemas de retención de talento, entre otros. En el plano nacional, VICA se manifiesta como un ambiente particularmente hostil para las organizaciones debido a situaciones como las siguientes: ataque sostenido a la empresa privada, conflictividad laboral, conflictividad social, intervenciones y expropiaciones, emigración de talento, escasez de materia prima y bienes en general, hiperinflación, inseguridad personal y jurídica, radicalización de posiciones y restricción de la información.
El efecto de VICA sobre las personas
En circunstancias desafiantes como las descritas, la negatividad termina por rodearnos y acaparar toda nuestra atención. Es comprensible que así sea, porque nuestro instinto más fuerte es sobrevivir, y la negatividad representa un riesgo para nuestra integridad. Por otro lado, nuestro cerebro está diseñado para completar la información faltante, por lo que tendemos a inventar certezas que no existen. Sumemos ambas cosas, atención centrada en la negatividad más necesidad de construir certezas y estaremos frente al peligro de concluir que las cosas no mejorarán y no hay nada qué hacer, lo que resulta un caldo de cultivo para la desesperanza y para algo mucho peor, la depresión.
Si nuestra atención de centra en lo negativo, sin dejar espacio para nada más, perdemos la capacidad de ser apreciativos, de valorar aquello con lo que todavía contamos, o de identificar una oportunidad, aunque nos golpee en las narices.
El efecto de VICA sobre las organizaciones
Un entorno volátil condena a la obsolescencia a las prácticas, los métodos, los procesos, inclusive los productos y servicios de una empresa. La incertidumbre limita seriamente la anticipación y, por tanto, coarta la posibilidad de prepararse para enfrentar lo que viene. La complejidad resta vigencia a los modelos empleados anteriormente, al tiempo que impone una pesada carga a la generación de nuevos modelos para la planificación. Finalmente, es muy fácil tomar pésimas decisiones porque la ambigüedad aumenta la posibilidad de malinterpretar lo que sucede. Así, las organizaciones se ven sacudidas hasta sus bases por estas cuatro amenazas que la acosan a un tiempo.
Quiénes salen adelante en entornos VICA
Hay personas capaces de romper el dominio de la negatividad sobre la atención y así evadir el ciclo perverso a que conduce. También hemos visto organizaciones que logran capear el temporal VICA y hay otras que, incluso se crecen en un entorno hostil.
Las personas y organizaciones que logran ajustarse positivamente frente a los retos del entorno son aquellas que se hacen cargo de lo que les pasa, es decir, consideran que, a pesar de lo complicado de la situación, tienen la posibilidad de incidir sobre ella y asumen el compromiso de hacerlo. Quienes salen adelante en entornos VICA muestran las siguientes disposiciones:
  • Entienden y aceptan que en la vida pasan cosas buenas y cosas malas.
  • Comprenden que tienen limitaciones y que, si bien no es posible controlar el entorno, si es posible incidir sobre él.
  • Están dispuestas a reconocer lo que sucede, aunque no les guste, sin que eso signifique que se sienten inermes o impotentes.
  • Se responsabilizan por su accionar frente a lo que les sucede.
  • Buscan, buscan y buscan qué pueden hacer.
  • Accionan.
Lo contrario de hacerse cargo es victimizarse, negar lo que sucede, buscar a quien culpar por lo que sucede o escudarse tras lo contingente de la situación bajo cualquier argumento. Lo malo de esta postura es que perpetúa el estado de cosas con que nos sentimos insatisfechos. Por supuesto que es comprensible y legítimo sentirse frustrado o atemorizado, sin embargo, hay que impedir que las emociones negativas conduzcan a la inacción, porque la acción es, en último término, el recurso con que contamos para incidir sobre ese estado de cosas que nos resulta inconveniente o insatisfactorio.