domingo, 21 de octubre de 2012

Comunicación: corresponsabilidad entre hablante y escucha


Para relacionarnos efectivamente con un cónyuge, con nuestros hijos, amigos o compañeros de trabajo, debemos aprender a escuchar. Y esto requiere fuerza emocional. El escuchar requiere tener cualidades del carácter altamente desarrolladas tales como paciencia, estar abiertos y desear comprender
Stephen Covey


Todos coincidimos en aceptar la importancia de la comunicación, lo que varía es lo que pensamos sobre la manera en que la comunicación se hace efectiva. Se suele pensar que “saber hablar” es sinónimo de “saber conversar”. O, que el sólo hecho de tener la capacidad fisiológica de oír, implica que “escuchamos” a los demás. Sin embargo, aprender a comunicarnos no tiene que ver con aprender una técnica, un procedimiento, ni un vocabulario. En cambio, tiene que ver con cuestiones mucho más “intangibles” como la confianza, el respeto, las creencias, emociones, necesidades y deseos de las partes.

Las habilidades que nos permiten comunicarnos con los demás, intercambiar sobre nuestros puntos de vista, posiciones, necesidades, intereses e ideas en general, así como comprender las ideas que los demás quieren comunicarnos se conocen como competencias conversacionales.

Hay una relación directa entre las conversaciones que realizamos y los resultados que obtenemos. Más aún, es posible afirmar que, en la mayoría de los casos, la calidad de nuestras relaciones con los demás depende de la calidad de nuestras comunicaciones con ellos. Todo esto hace patente la relevancia de las competencias conversacionales.


LAS BARRERAS DE LA ESCUCHA 

Las competencias conversacionales contribuyen a generar un clima que disminuye las barreras a la comunicación y favorece la escucha. El bloqueo de la escucha suele ser un mecanismo defensivo activado como protección ante la disparidad de pareceres, porque ésta es percibida como una amenaza. Otras veces, el rechazo a la disparidad de pareceres se disfraza de cuestionamiento o de crítica.

La escucha del otro es uno de los resultados que podemos lograr con nuestro hablar porque la manera en que se habla contribuye o no a crear la percepción de amenaza en quien escucha. Por ejemplo, hablar de manera tal que nuestro punto de vista se presente como una posibilidad más, favorece la generación de las condiciones de escucha que deseamos en el otro. Así, para garantizar condiciones de escucha adecuadas, no basta con trabajar tan solo con nuestra escucha, es preciso también aprender a hablar de manera de favorecer la escucha adecuada del otro.



CORRESPONSABILIDAD = PODER 

Un primer paso para fortalecer esas competencias conversacionales es percatarse de que hablante y escucha son corresponsables en el éxito o fracaso de los procesos de comunicación. Ese insight nos hace conscientes de que tenemos el poder de incidir en esos procesos para beneficio de la relación.

La corresponsabilidad entre hablante y oyente implica dos cosas:

  • Si bien la buena escucha de uno no resuelve el problema de la mala escucha del otro, si una de las partes cambia su forma de hablar, la otra parte necesariamente cambiará su forma de escuchar, porque la escucha de uno no sólo es su responsabilidad, sino que también es responsabilidad de quien habla. 
  • Si logramos hacernos competentes en el arte de la escucha, no sólo mejoraremos nuestra escucha cuando los demás nos hablen, también podremos mejorar la escucha de ellos cuando nosotros les hablemos.
Veamos ahora cómo es que la corresponsabilidad puede aprovecharse para mejorar la comunicación.
  • La metáfora de la brecha: la escucha supone que existe una brecha entre quien habla y quien escucha. Si quien escucha está consciente de ello, podrá responsabilizarse por esa brecha, hacerse cargo de ella y asumir el reto de reducirla gradualmente. Para lograrlo podrá, por ejemplo, indagar, parafrasear y recapitular mientras habla. De esa manera la escucha del otro dejará de ser producto del azar para convertirse en el resultado de nuestro esfuerzo deliberado. 
  • Mi habla condiciona la escucha del otro: la escucha del otro está condicionada por la manera en que se le habla. Si el hablante parte del respeto, se mostrará interesado en lo que el otro piensa, y no sólo en lo que tiene para decir. En virtud de ese respeto, tratará de que el escucha participe de la conversación por lo que evitará atropellarlo e indagará sobre su punto de vista para conocerlo con genuino interés. Estas conductas contribuyen a crear un clima de confianza que favorecerá la capacidad de escucha del oyente.

La comunicación es una necesidad humana esencial que constituye la base de la convivencia. El desarrollo de nuestras competencias conversacionales traerá mayor efectividad y felicidad a nuestra vida. Aprender a comunicarnos, a escuchar al otro, es cada vez más necesario, tanto en el ámbito personal, como en el profesional y empresarial.

2 comentarios:

  1. Hola Olga! llevo años interesado en la comunicación y he leido bastantes cosas, pero nunca una tan breve y a la vez tan sustanciosa. ¡Enhorabuena!

    Me ha interesado en particular tu alusión a la corresponsabilidad, como fundamento de la posibilidad de "estar en comunicación", en los términos que yo entiendo a Maturana y Echeverría.

    Me ha facilitado trabajar la argumentación en la que estoy interesado en estos momentos, relativa a la necesidad de que médico y paciente construyan una "empresa común", para lograr una comunicación efectiva, a fin de alcanzar resultados optimos en el intento de mejorar o curar las dolencias del paciente. Algo que incluso los médicos interesados en mejorar la relacón médico-paciente no pueden acabar de comprender/ver/escuchar.

    Cualquier día de estos intentaré comunicarme contigo a traves de Linkedin, con el plan egoista de compartir y aprovechar tus saberes.

    Demetrio

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  2. ¡Hola Demetrio! gracias por tu comentario. Me alegra mucho que esta entrada te haya sido de utilidad.

    En el contexto de la relación entre médico y paciente, el tema de la comunicación tiene una especial importancia, porque la calidad de esa comunicación incidirá en el proceso de sanación. Y es que un médico trata con personas, no con enfermedades en abstracto. Como dijera William Osler: "un buen médico cura la enfermedad. Un excelente médico cura al paciente que es quien tiene la enfermedad".

    Te paso el enlace de un artículo publicado en una revista médica argentina que ofrece varios ejemplos interesantes de la importancia de la escucha en la relación médico-paciente: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1850-37482008000600018&script=sci_arttext.

    Cuando quieras puedes escribirme a bravo.olga@gmail.com. Estoy a tus órdenes.

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