lunes, 6 de febrero de 2012

El venezolano es agradecido, ¿y entonces?


"La gratitud no sólo es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás."
Cicerón

En una entrega pasada, el artículo titulado Organizaciones Virtuosas, se hizo mención al resultado de un estudio publicado por la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva, según el cual  la gratitud es la principal virtud-fortaleza del venezolano. Pero, ¿qué es la gratitud?, ¿cómo opera?, ¿tiene la gratitud alguna repercusión de importancia para las organizaciones?

En psicología, la gratitud es el reconocimiento positivo de los beneficios recibidos. Emmons (2003) distingue en ella tres componentes: un benefactor, un don o beneficio y un beneficiario. El beneficiario se percata del valor del don recibido y de la intención del benefactor y entonces experimenta el estado emocional de la gratitud.

Según este enfoque, la gratitud posee además dos características básicas. En primer lugar, en la base de la misma está la noción del mérito no merecido (undeserved merit). La persona agradecida reconoce que no hizo nada para merecer el don recibido, sino que le fue dado gratuitamente. En segundo lugar, la gratitud siempre involucra una elección, por eso se puede elegir ser agradecido ante una crítica o una medida disciplinaria, a pesar del malestar que pudo haber generado, como cuando se reconoce “la corrección hecha por un maestro” (ibíd., p. 82).

Probablemente en el primero de estos dos rasgos radica el poder transformador de la acción que motiva el agradecimiento. Esa acción no se hace para obtener algo, se hace por la acción misma, sin otro propósito, independientemente de si el otro lo merece o se lo ha ganado. Esta es la marca de la virtud, y es lo que hace que el beneficiario establezca una conexión con el benefactor. Quizá porque se siente en deuda, al recibir algo que no se ganó, sino que le fue dado; quizá porque le hizo sentirse importante para alguien más.

El segundo de los rasgos explica por qué la gratitud no es una respuesta necesaria; puedo portarme bien con una persona y puede que esa persona no lo agradezca, puedo darle una segunda oportunidad a alguien, pero puede que ese alguien no la aproveche. Por el contrario, puedo sentirme agradecido ante un reclamo o un llamado de atención; una voluntaria de Fe y Alegría que daba clases de recuperación junto con un amigo a un grupo de estudiantes de bachillerato, relata lo sorprendente que fue para ella constatar que sus estudiantes la preferían a su compañero, a pesar de que ella era estricta y a menudo los corregía, mientras que su compañero tenía una actitud de bromas y risas permanente.

De este enfoque se deduce, entre otras cosas, que las personas no están obligadas a experimentar gratitud cada vez que reciben algo de alguien más. Ese “algo”, el don, tiene que ser percibido por el beneficiario como algo que no se ganó; así, no se experimentará gratitud al recibir el pago del salario pues a cambio se realizó el trabajo, sin embargo las personas agradecen que sus ideas y opiniones sean tomadas en cuenta porque al jefe o dueño se le reconoce autonomía para decidir. Además, el don ha de ser valorado por el beneficiario, no por el benefactor, de forma que, no producirá gratitud aquello que el benefactor ha dado sin tomar en cuenta las necesidades o deseos del beneficiario. Tampoco se producirá gratitud si el beneficiario percibe una segunda intención, de manipulación, por ejemplo, de parte del benefactor, porque no habría gratuidad en su acción. Y las personas suelen tener la capacidad para detectar las intenciones sinceras, así como la manipulación en los demás.

Alguno beneficios de la gratitud
Los beneficios de la gratitud se expresan en lo social, personal, grupal y organizacional; y en distintas áreas, moral, económica y laboral. En lo social, se vincula la gratitud con la reciprocidad, que Emmons (2003) considera primordial para la vida en sociedad. Dado que las estructuras sociales como la ley y los contratos sociales son insuficientes para regular y asegurar la reciprocidad en la interacción humana, a la gente se la enseña a ser agradecida, lo cual sirve para recordarles la importancia de la reciprocidad. “La gratitud es la memoria social de la humanidad, si las acciones dejaran de ser agradecidas, la sociedad se disolvería” (ibíd., p. 84). En lo personal, experimentar la gratitud puede hacer que las personas se motiven a mantener un comportamiento moral y se inhiban de cometer actos destructivos.

Para los grupos, la gratitud fomenta la reciprocidad y así lo mantiene, lo fortalece y lo preserva. Para las organizaciones, la gratitud puede ser importante por su efecto positivo directo en el clima organizacional,  porque ayuda a construir recursos interpersonales y personales (cognitivos, emocionales, espirituales), entre ellos la capacidad de respuesta y adaptabilidad. La gratitud también promueve la sensación de bienestar en los empleados, que correlaciona positivamente con compromiso, lealtad de los empleados, desempeño y  productividad, y correlaciona negativamente con ausentismo, rotación y “burnout” (Wright & Staw, 1999). Estos efectos de la gratitud apoyan la construcción de resiliencia y la obtención de desempeños extraordinarios.

Los experimentos de campo realizados por McCullough, et al. (2001), muestran que los beneficios de la gratitud se extienden al campo de lo económico. En uno de ellos, las cuentas de restaurant que dicen “gracias” consiguieron propinas mayores en un 11% a las que no expresaban agradecimiento. De forma similar, los clientes de una joyería que recibieron llamadas de agradecimiento luego de su compra, gastaron más que los clientes que recibieron llamadas en las que se les agradecía su compra y, al mismo tiempo, les anunciaban que la tienda tendría descuentos (del 20%) en las próximas dos semanas.

La gratitud hace que nos sintamos bien, y nos lleva a hacer el bien (Emmons, 2003), por lo que produce una cascada de resultados sociales beneficiosos que motiva y refuerza las acciones morales tanto en el benefactor como en el beneficiario, porque la gente agradecida siente la necesidad de reintegrar, de alguna manera, aquello que ha recibido; y porque suele tratar a los demás, de forma similar a como ha sido tratada. La experiencia de la gratitud puede transformar a las personas, y, por extensión, las unidades a las que pertenecen, se vuelven más creativas, informadas, resilientes, socialmente integradas y saludables.

Todavía no se conoce cuál es la mejor manera de medir el grado de gratitud dentro de una organización, o si la gratitud en los supervisores promueve la gratitud en los empleados, sin embargo es posible hacer algunas conjeturas. Por ejemplo, si aceptamos el resultado del estudio de la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva y los venezolanos tenemos la gratitud como nuestra mayor virtud/fortaleza, entonces la gerencia en Venezuela pudiera apoyarse en ese rasgo (y en los que le siguen, a saber: generosidad, equidad, reciprocidad y creatividad) para generar resiliencia y desempeños extraordinarios… Continúe pensando en resiliencia y en desempeños extraordinarios, agregue que una de las virtudes/fortalezas menos desarrolladas en los venezolanos es el perdón y dé un vistazo al pasado reciente del país. Saque sus propias conclusiones.

Referencias
Emmons, R.A. (2003). “Acts of Gratitude in Organizations”. En, Cameron, Dutton y Quinn, eds. Positive Organizational Scholarship: Foundations of a New Discipline. Berrett-Koehler Publishers Inc., San Francisco, CA.
McCullough, M. E., Kirkpatrick, S., Emmons, R. A., & Larson, D. (2001). “Is gratitude a moral affect?” En Psychological Bulletin, 127:249–266.
Bravo, O. (2012). “Organizaciones Virtuosas”.  En Organizaciones Extraordinarias

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