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El café conecta a las personas y la cafetería es el ágora moderna.
Su influencia en nuestras vidas se hace patente al revisar los casos de algunos
personajes de la historia
Mi hermano mayor sostiene que si no se toma
un café bien temprano en la mañana sufrirá de dolor de cabeza todo el día,
puede no desayunar, lo que no puede hacer, es prescindir de su café mañanero.
No es el único. Muchas personas alrededor
del mundo y a lo largo de la historia, han caído rendidas ante los atributos
del café, su aroma, su sabor, el placer y la energía que proporciona, explican
tal fascinación.
El café es un ritual, es un apoyo, es un
placer, es la excusa perfecta para compartir con amigos una buena conversación,
iniciar una relación amorosa o recordar con un sticker que, pese al
distanciamiento físico, siempre es posible la cercanía entre quienes se
aprecian.
Yo no tomo café, nunca lo he hecho, sin
embargo, disfruto mucho de su aroma cuando lo están preparando o cuando una
cafetería que estás cerca de mi casa tuesta su café. Así que decidí preguntar
algunas cosas a Google sobre el café. En los siguientes párrafos, comparto el
resumen de mis hallazgos.
Los tomadores compulsivos y los obsesivos
de café
Es insólito el número de tazas al día que
puede llegar a tomar una persona. Se dice que Honoré de Balzac podía escribir durante
lapsos muy prolongados, de hasta 15 horas. Incluso se cuenta que, en una
ocasión, llegó a escribir durante 48 horas seguidas. Al parecer Balzac no solo
disfrutaba de la escritura, también lo hacía del café, su secreto para o permanecer
despierto y atento durante periodos tan prolongados. Su consumo diario de café
podía llegar hasta 50 tazas.
Al igual que Balzac, Voltaire tomaba café
con compulsión. De acuerdo con su biógrafo su consumo diario estaba entre 40 y
50 tazas. Su médico le decía que el café era un veneno lento, a lo que Voltaire
respondía que era tan lento que en cuarenta años no lo había matado.
Teddy Roosevelt, presidente de Estados
Unidos tomaba un galón de café a diario, con mucho azúcar, lo mismo que Soren
Kierkegaard, el filósofo danés, de quién se dice ponía 50 cubos de azúcar a su
café. Quizá sería más apropiado decir que ponía café al azúcar que consumía.
Beethoven, por su parte, exigía que su taza
de café fuese preparada con 60 granos exactamente, ¿te has preguntado alguna
vez cuántos granos hay en la taza de café que tomas en las mañanas?
Café y cafeterías
El café conecta a las personas y la
cafetería es el ágora moderna. En las cafeterías, las personas se sientan a
disfrutar de una buena lectura, pasar un buen rato con amigos o hacer negocios.
Incluso se han convertido en la oficina de muchas personas. Las cafeterías han
recibido a personajes históricos y, algunas de ellas, han permanecido activas
por más de 200 años.
Aunque Benjamín Franklin fue conocido por
su gusto por el vino, fue asiduo visitante de cafeterías durante el tiempo que pasó
en Londres, entre 1757 y 1775. Incluso instruyó a su hermana para que le
hiciera llegar su correspondencia a su cafetería favorita, St. Paul’s Coffee
House, allí Franklin sostenía sus reuniones políticas, conversaba con amigos y
conocidos e, incluso, jugaba ajedrez.
Cuando iba a París, su cafetería favorita
era Le Procope, la misma de Voltaire, Rousseau y Thomas Jefferson, de forma que
si las paredes de Le Procope hablaran… porque continúa activa, lo mismo que el Caffe
Florian de Venecia, lugar frecuentado por Lord Byron, Marcel Proust y Charles
Dickens; o el Caffe Greco, de Roma, visitado asiduamente por Goethe, Wagner, Lizst,
Mendelssohn y el ya nombrado Lord Byron. No podemos dejar de mencionar al Café
Central, de Viena, entre cuyos visitantes habituales se cuenta a Freud, Lenin y
Trotsky.
Los mayores de 40 años probablemente recuerdan
El Gran Café, ubicado en el Boulevard de Sabana Grande, en Caracas, lugar en el
que solían reunirse los intelectuales y artistas de la ciudad durante los años 70,
80 y 90.
Músicos que cantaron sus virtudes
Venido de Arabia, el café se consideró una
bebida maligna, “no cristiana”. Aunque el Papa Clemente VIII lanzó un edicto
que “convertía” en aceptable la costumbre de tomar café, todavía en el siglo
XVIII había un cierto rechazo hacia su consumo.
A Johann Sebastian Bach le gustaba tanto el
café, que le dedicó una composición suya, la “Cantata del café”, en 1732. Los
protagonistas de la cantata fueron un padre y su hija adicta al café. El padre
exige que la hija abandone su hábito del café para poder casarse. Aparentemente
acepta hacerlo, pero luego decide que, en cambio, buscará otro adicto al café
que acepte casarse con ella. La cantata termina felizmente con el padre, la
hija y el narrador reuniéndose para cantar una canción que expone los
beneficios del café.
Gioachino Rossini no dedicó al café ninguna
de sus creaciones, sin embargo, se benefició de sus efectos mientras escribía
algunas de sus obras. Notó que los efectos del café desaparecían luego de un
uso constante, lo que lo llevó a decir: “el café es cuestión de quince o veinte
días: afortunadamente el momento de hacer una ópera”.
El descubrimiento de la cafeína está
ligado a la literatura
Johann Wolfgang von Goethe, escritor,
filósofo y científico alemán también fue un gran bebedor de café. Se dice que
Goethe facilitó unos granos al químico alemán Friedlieb Ferdinand Runge para
que analizara su composición química. Luego de varias pruebas, Runge logró
aislar la cafeína.
Los grandes consumidores de café
actuales
El consumo mundial de café se ha duplicado
durante los últimos 20 años pasando de 92 millones de sacos en 1990 a 162
millones de sacos estimados para 2019.
Los grandes consumidores per cápita de café
son los europeos. Encabeza la lista Finlandia, con 11.5 kg por persona al año.
En su legislación se reconoce a los trabajadores el derecho a una pausa para
tomar café.
Continúa Noruega, con 9.9 kg de café al año,
luego Islandia, con 9 kg per cápita al año. Luego están Dinamarca, Holanda y Suecia.
De los primeros diez consumidores sólo uno está fuera de Europa. Se trata de
Canadá, con 6.2 kg per cápita al año.
Nosotros, en Venezuela, consumimos unos 2.5
kg de café per cápita al año.
El café ha estado en nuestras mesas y en
nuestras vidas por siglos, de forma que puede contar nuestra historia.
Muy bueno. Poniendome al dia en tu blog. Estuve ausente por operacion vs accidente en bicicleta. Yo tampoco soy tomadora de cafe. Reconozco que grandes cosas suceden alrededor de un cafe, descubrimientos, decisiones, intercambios, paz solitaria. Mis padres solo lo tomaban recien colado. Yo? lo cuelo y lo guardo en la nevera para el proximo! Jejeje flexible y adaptada a los cambios.
ResponderEliminarCaramba, ¿qué sucedió?, espero que ya estés bien. Gracias por tu fidelidad.
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