Ilustración: Frato (Francisco Tonucci)
Hasta ahora, la escuela ha utilizado un poderoso instrumento,
las Tecnologías de Información y Comunicaciones, para generar una experiencia
muy pobre. Si, en cambio, estas tecnologías fueran utilizadas para escucharlos,
para atenderlos de forma personalizada, para generar encuentros y promover
colaboración, la respuesta de los niños sería otra.
Sigo con el tema de la escuela. Como les
conté ayer, me han pedido un curso de trabajo en equipos virtuales para los
coordinadores y maestros de una escuela en el interior, así que he pasado buena
parte del día escuchando conferencias de Francesco Tonucci, un psicopedagogo y
dibujante italiano que pareciera haberse empeñado en ser el micrófono de los
niños.
Porque sí, los niños tienen voz. Saben lo
que quieren, tienen grandes ideas.
Tonucci lucha en contra del adultocentrismo,
esa manía que tenemos los adultos de creer que sabemos mejor que los niños que
es lo que quieren e interesa. Escuchar a Tonucci ha sido como recibir una
bofetada, porque me doy cuenta de cuán adultocéntrica he sido toda mi vida.
La escuela centrada en el niño
La escuela de negocios en la que doy clase
aplica una metodología de trabajo centrada en el participante, en sus necesidades,
en su aprendizaje. Así, el profesor se convierte en el facilitador de las
sesiones de trabajo, las clases, porque lo cierto es que muchas veces los
asistentes aprenden más de sus pares que de los profesores.
En el ámbito de los negocios, desde hace
bastante tiempo, la tendencia es a centrarse en el cliente. El cliente ha
dejado de ser un consumidor para convertirse en un prosumidor, alguien que participa
de la producción de los productos y servicios, que exige personalización y que
está más informado cada día. Si una organización trata de trabajar a espaldas
de su cliente, imponiéndole sus productos y servicios, estará colocándose en
una posición muy vulnerable porque, en cualquier momento, aparecerá alguien que
escuchará a los clientes y le quitará el mercado. Hemos visto numerosos casos
de esto.
¿Por qué tendría que ser diferente en la
escuela?
Que hablen los niños
Tonucci comenta que, mientras el mundo
entero, incluyéndome, estaba diciendo a los maestros cómo seguir enseñando a
distancia y a los padres cómo asistir a los niños en sus procesos de aprendizaje,
nadie se acercaba a preguntar a los niños qué querían, así que él decidió
hacerlo.
Desde hace varios años lleva un programa en
el que los niños de organizan en consejos para ser escuchados. Estos consejos
fueron convocados en los países en que funcionan, entre ellos: Italia, España,
Argentina y Perú. Se les preguntó a los niños: ¿qué te pasa?, ¿cómo lo estás
viviendo?, ¿qué propones?, ¿qué necesitas?
Para sorpresa de Tonucci y su equipo, los
niños coincidían en sus vivencias en relación con la pandemia y las medidas de
confinamiento y distanciamiento social:
1.
Extrañan a sus amigos, eso es
lo que más extrañan de la escuela.
2.
Han disfrutado de este tiempo
porque están en casa con sus padres.
3.
Están hartos de tareas y de
seguir clases por una pantalla. La educación a distancia, como ha sido llevada
hasta ahora, no les gustó.
Los niños, además, fueron consultados sobre
la manera de proseguir su educación mientras continúa la pandemia, sus
propuestas son sumamente novedosas y viables. Todas se centran alrededor de lo
siguiente:
“Convertir
la casa en un laboratorio donde los padres sean los asistentes de los maestros
y en el que cada espacio, desde la cocina hasta un cajón de fotos viejas, se
convierta en la oportunidad de aprender algo nuevo”
Ese planteamiento me recordó parte de mi
niñez. A mi tío abuelo materno, al que llamábamos “Papa Che”, le gustaban las
matemáticas. Cuando venía a visitarnos, jugaba con nosotros a calcular
volúmenes de botellas y cartones de leche, charadas matemáticas, problemas de
cálculo… el resultado, en mi casa somos cinco ingenieros y un economista.
La escuela tiene que cambiar
“Si escuchamos a los niños, cometeremos
menos errores”, dice Tonucci y seguramente tiene razón.
Hasta ahora, la escuela ha utilizado un
poderoso instrumento, las Tecnologías de Información y Comunicaciones, para generar
una experiencia muy pobre. Repitió lo que se ha venido haciendo en el aula, que
ya era bastante aburrido. ¿Qué es lo que quiere decir Tonucci?, pues que la
escuela está utilizando un instrumento participativo para utilizarlo como
transmisivo. Ha logrado que una tecnología que hasta ahora había encantado a
los niños, sea rechazada por ellos.
Si, en cambio, estas tecnologías fueran
utilizadas para escucharlos, para atenderlos de forma personalizada, para
generar encuentros y promover colaboración, la respuesta de los niños sería
otra.
La casa como laboratorio de aprendizaje
¿Y si, en lugar de enviar tareas aburridas,
se convirtiera la casa en un laboratorio de descubrimiento, de indagación, de
aprendizaje? Tal y como lo hizo durante sus visitas mi tío abuelo.
Una buena escuela se hace sobre la vida de
los niños y no sobre libros de texto, de allí el conectarla con su casa, que es
donde transcurre la vida de los niños en este momento de confinamiento.
No más la tarea del libro de texto, en
lugar de eso, utilizar las actividades cotidianas de la casa como experiencias
de aprendizaje. Por ejemplo, aprender de física y de química mientras se lava
la ropa o se utiliza el horno de microondas. Convertir la experiencia de cocinar
una pasta en un viaje por la historia, la biología (el sentido del gusto, la
digestión), la física (transferencia de calor), la química (transformación),
las matemáticas (pesos, proporciones, cantidades) y el lenguaje (al escribir la
receta). Apoyar la autonomía de niños y jóvenes que, poco a poco, aprenderán a
cocinar solos, sin ayuda de sus padres.
Los niños y jóvenes podrían luego compartir
con sus compañeros y con sus docentes profundizar, identificar y elaborar
procesos.
Es fascinante lo que puede hacerse cuando
abandonamos el libreto y nos quedamos con el espíritu de lo que desea abarcar
el currículo.
El gobierno argentino ha publicado varios
cuadernillos con propuestas de proyectos para seguir educando en la pandemia. Lo
mejor de todo, funciona aunque no tengas conexión a Internet. Estos cuadernillos
pueden descargarse de forma gratuita de la plataforma https://www.educ.ar/
No hay excusa, a convertir la casa en
laboratorio y la escuela en descubrimiento e innovación.
Absolutamente de acuerdo. Durante este confinamiento y la ausencia de mi familia infantil me he dedicado a compartir con niños entre 2 y 11 años de mi urbanización. Ellos decidieron darle vida al parque, ese por el que yo pase desde los 7 años y mis hijos desde pequeñitos. Ellos decidieron buscar la pelota de fútbol. Ellos decidieron incorporar las bicicletas. Me hice su compinche. Jajaja y hasta me esguince en una de sus bicicletas. Solo hay un tema que me preocupa y es un video juego que es interactivo a distancia entre ellos y, a mi parecer, con poco control parental, pues escuchas como se quedan jugando hasta la madrugada y, segun entiendo , es un juego de estrategia pero que conlleva el uso de armas. Ademas del contenido preocupa el desbalance que ello conlleva al ser adictivo. Para los padres es dificil manejar el control de este tipo de actividad.
ResponderEliminarEs una buena idea que los padres vean los programas de TV, de Internet y juegos que utilizan sus hijos, sobre todo mientras son pequeños
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