Escribimos para dejar testimonio, para divertirnos, para aclarar nuestras ideas o para desahogarnos. También escribimos para enamorar, para obtener respuesta o influir. En este caso, he decidido escribir para atender a un reto: escribir 1000 palabras todos los días, por espacio de seis meses. Veamos qué sucede.
Hoy es domingo, pero no lo parece. La pandemia y su cuarentena ha hecho que todos los días parezcan iguales. Las referencias que nos ayudan a ubicarnos en un día de la semana se difuminan hasta desaparecer. La casa se ha vuelto el lugar para trabajar, para entretenernos, para descansar…
Decido limpiar mi correo y uno de los mensajes llama mi atención, el asunto dice “¿Cómo el hábito de escribir cada día puede cambiarte la vida?” Antes de decidir leerlo pienso que sería una experiencia interesante escribir cada día. Luego de leerlo he decidido que voy a intentarlo, no por los beneficios prometidos, que ya hacen de la aventura algo valioso, sino porque quiero ver si soy capaz de hacerlo. Escribiré 1000 palabras (incluyendo el título y el resumen), como sugiere el autor del artículo, cada día. Trataré de que sea algo que valga la pena ser leído, quizá no por multitudes, pero sí por alguien además de mí.
¿Qué puede decirse cada día que sea relevante?
Mientras escribo pienso en trazar una estrategia o, al menos, tener un método que me ayude a cumplir con el compromiso que cabo de adquirir: i) miraré las tendencias de Twitter, elegiré una y escribiré sobre eso; ii) buscaré una frase de algún autor célebre y escribiré sobre eso; iii) miraré a mi alrededor y pensaré que lo que veo es familiar para mí, pero no para alguien más, y entonces escribiré sobre eso…
Lo haré todos los días a la misma hora, así puedo organizarme y dedicar el tiempo necesario sin descuidar otras obligaciones, y muy importante, tomaré el tiempo que dedico a cada escrito, lo que me permitirá ver si aparece algún patrón, si el tiempo tiende a reducirse, si es estacional…
Me está gustando la idea. Publicaré mis escritos en mi blog, que tengo bastante descuidados. Aunque está dedicado a organizaciones – se llama organizacionesextraordinarias – no veo nada de malo en que transmute para albergar un proyecto como este, además, es muy probable que mucho de lo que escriba esté relacionado con organizaciones.
Mantendré una lista de temas. Cuando se me ocurra alguno, lo anotaré en el block de notas de mi teléfono celular, de esa manera podré acudir a él por ideas cuando la creatividad luzca apagada.
Otra forma de tener siempre sobre qué escribir es leer. Si leo un libro cada dos o tres semanas, entonces contaré con una excelente ayuda, leer nos hace pensar, leer nos hace imaginar, y puedo escribir sobre lo que leo.
Mil palabras son unas dos cuartillas, muy largo para redes sociales, incluso quizá para un blog, pero bueno, he decidido seguir la sugerencia del autor del artículo que ha disparado este reto, así que voy a tomarla como referencia, veamos por cuantos días puedo hacerlo.
A veces nos preocupamos demasiado por la relevancia, y resulta que lo más local, lo más cercano, en ocasiones es lo más universalmente relevante, como las canciones de Simón Díaz o las novelas de Gabriel García Márquez, así que, en lugar de azotarme y azotar lo que escribo preocupándome por su relevancia, sólo trataré de que sea honesto mi deseo de escribir sobre eso. A fin de cuentas, el reto consiste en escribir 1000 palabras cada día, no en lograr que sea leída por las multitudes.
¿Escribir para uno mismo?
Es liberador hacer algo para ti, aunque desees compartirlo con los demás. Si publico lo que escribo es porque deseo que alguien más lo lea, pero si no pienso en que tengo que satisfacer la expectativa de nadie más, es liberador, es como mimarse uno mismo, en ese sentido es una suerte de lujo, pareciera completamente prescindible y, sin embargo, nos da satisfacción.
Me pregunto si hay casos de personas que hayan escrito para sí mismos, sin ambición de ser leídos, no un diario personal, sino otro tipo de escritos. Pregunto a Google y me consigo con el relato de las obras de Kafka. De acuerdo con esta fuente (bbc.com), Kafka no quería que sus escritos fueron publicados y pidió en una nota a su amigo Max Brod, que todos sus papeles, diarios, manuscritos, cartas, borradores y bosquejos fueran quemados luego de su muerte, lo que Brod, afortunadamente, nunca hizo.
Sí creo que se puede escribir para uno mismo, yo lo he hecho. Escribir tiene un efecto terapéutico, te obliga a organizar tus ideas y también a procesar las emociones – que es como admitirlas y dejarlas fluir para que puedas pasar la página, por ejemplo – pero yo misma he destruido luego esos escritos porque ya habían cumplido con su objetivo.
Aparece la vanidad
Si alguien me pidiera que escribiera sobre un tema en particular, ¿lo haría? La verdad es que, si alguien se tomara la molestia de leerme y dejarme un comentario, ¡me sentiría feliz!, si, además, me pidiera escribir sobre un tema sugerido, me sentiría tan emocionada que probablemente tendría que luchar con la tentación de no escribir sobre algo de lo que no sé nada. Sí, definitivamente me gustaría ser leída. Ya veremos si eso sucede.
Suficiente por hoy. Este escrito no tiene 1000 palabras, pero se le acerca. Tampoco quiero comprometerme con un número exacto porque introduciría una rigidez que sospecho restará diversión a esta aventura y no quiero que eso pase. Quiero que sea puro divertimento, un verdadero lujo.
Que placer empezar a leerte en este nuevo reto que te planteas, me identifico 100%.
ResponderEliminarGracias
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