Desde hace algunos años me he preguntado qué pasaría si
colocáramos en las plazas de nuestro país enormes carteleras a la que cada uno
de los venezolanos nos acercáramos para escribir lo que queremos para
nuestro país y para nuestras familias, ¿cuánta diferencia aparecería?, ¿cuánta semejanza se haría patente?
Quien se traslada por la ciudad en transporte público, metro
o camionetas de pasajeros, escuchará con frecuencia conversaciones muy
interesantes, que retarán muchos mitos que tenemos con respecto a lo que la
gente quiere para sí, para sus familias y para su país.
Quien tenga acceso a las investigaciones de mercado,
concretamente sobre hábitos de consumo, descubrirá que los venezolanos, en
independencia del estrato social en que estemos ubicados, valoramos la salud y
educación de nuestros hijos, deseamos empleo y estabilidad económica.
Quien lea el informe levantado por la gente del “Proyecto
Pobreza” de la UCAB verá, entre otros, que la mayoría de los venezolanos procuramos las mejores
condiciones para el nacimiento de nuestros hijos, y por eso, en tal situación, nos trasladamos a los
centros asistenciales, tanto los que vivimos en zonas urbanas como los que habitan en zonas rurales, aunque estén alejadas y sean de difícil acceso.
¿Qué pudiéramos hacer en Venezuela que nos muestre lo
similares o diversos que somos? En todo caso, no
hace falta ser iguales para convivir, basta con entendamos que la
nuestra es sólo una perspectiva más y no la realidad única, y que es preciso hacer espacio para las diferencias. Pero es difícil que nos
demos cuenta de nuestras semejanzas o diferencias si no nos comunicamos; y si no nos
comunicamos, ¿cómo podremos articularnos como sociedad?
Colocar carteleras en las plazas puede ser tan complicado y
costoso que resulte inviable, pero recoger las opiniones de la gente, generar
comunidades de discusión y aporte utilizando las tecnologías de información y
las redes sociales es otra cosa.
Desde hace algunas semanas un grupo de personas, en
el que
me incluyo, ha comenzado a enviar tuits bajo el hashtag
“#quieroytrabajox1paÍs”.
Es cierto que la penetración de twitter en Venezuela es baja y que
muchos se quedan fuera, pero es interesante ver lo que la gente dice, y
será mejor en
la medida en que más personas se entusiasmen y escriban.
Un ejemplo del potencial de estas herramientas podemos verlo en desarrollo por estos días en Islandia, país que se encuentra en pleno proceso de asamblea
constituyente. A diferencia de ocasiones anteriores, esta vez la nueva constitución será votada por
todos los islandeses. El 27 de julio de este año, el Consejo
Constitucional de ese país aprobó, por unanimidad, el proyecto de ley para una nueva constitución. Este proyecto de ley establece que,
de ahora en adelante, los cambios a la
Constitución serán sometidos a votación, para su aprobación o rechazo, por todos los votantes
de Islandia. Pero no sólo podrán votar la nueva constitución, sino que los
votantes pueden enviar aportes a su nueva constitución a través de Internet y las redes sociales.
El
prólogo de la ley comienza con las
siguientes palabras: “Nosotros, los que habitamos en Islandia, deseamos
crear una sociedad justa, donde
todos somos iguales. Nuestros orígenes
diferentes nos enriquecen como un todo y juntos tenemos la responsabilidad de cuidar la herencia de las generaciones venideras, la tierra y la
historia, la naturaleza, el lenguaje y la cultura”.
(http://stjornlagarad.is/english/).
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